Foro de Poesía Libre y Portal de Poetas Universales El Parnasillo
Bienvenido al Foro de Poesía El Parnasillo. Te animamos a que te registres y participes en el foro compartiendo tus obras con nuestra comunidad de poetas. Recibirás comentarios que te ayudarán a crecer y mejorar. Gracias.
Foro de Poesía Libre y Portal de Poetas Universales El Parnasillo
Bienvenido al Foro de Poesía El Parnasillo. Te animamos a que te registres y participes en el foro compartiendo tus obras con nuestra comunidad de poetas. Recibirás comentarios que te ayudarán a crecer y mejorar. Gracias.
Si quieres que comenten tus poemas, comenta tú también los poemas de los demás compañeros. Un foro de poesía se sustenta en la participación. Todo el mundo tiene algo importante que decir.
Ir abajo
Óscar Bartolomé Poy
Óscar Bartolomé Poy
Fundador del Parnaso
Fundador del Parnaso
Generador de debate
Premio a la participación activa en el foro
Insignia de oro
Distinción al poeta que obtiene el reconocimiento de los demás compañeros
Popularidad
Galardón al poeta cuyos temas gustan a la comunidad
Mirmidón
Veterano del foro
Mensajes Mensajes : 2788
Numen del poeta Numen del poeta : 8185
Reputación Reputación : 152
Fecha de inscripción Fecha de inscripción : 03/06/2015
Edad Edad : 45
Localización Localización : El Parnaso

Historia de una almohada Empty Historia de una almohada

Vie Jun 19, 2015 2:11 pm
La amaba con un amor casto y sincero. Todas las noches se abrazaba a ella en la cama y le contaba, entre lágrimas agradecidas y susurros confidentes, sus tribulaciones del día ya vencido. Ella le escuchaba en silencio. Nadie sabía escuchar como ella. Jamás le interrumpía ni profería una palabra baladí. Tan sólo escuchaba. ¡Y qué manera de escuchar! Se envolvía en un silencio absorto y concentrado, y no hacía ningún gesto ni comentario inapropiado. Con los oídos siempre aguzados y atentos a una confesión de medianoche, ni siquiera pestañeaba. Siempre la encontraba tumbada en la cama. No se movía de allí. En verdad que era un poco rara esta costumbre, pero no tenía reproches hacia ella, pues ¿cuál, de entre todas las mujeres, era tan buena, cariñosa y comprensiva? Qué importaba que fuera un poco perezosa, si, por lo demás, era un ángel, todo candor y bonhomía. ¿Y quién no tiene manías? Su molicie no le molestaba en lo más mínimo; antes bien, le provocaba un dulce sopor, como una relajación de los músculos y de los sentidos. Con suave ademán le invitaba a recostar la cabeza en su regazo y desahogarse, mientras ella, siempre silente, le ofrecía su cuerpo blando y mullido. Nunca encontró mayor comprensión en mujer alguna. Ni una queja, ni una pizca de egoísmo. Ese: hablemos ahora de mí que tú ya has hablado mucho, o: voy a fingir que me importan tus problemas, pero acaba rápido que quiero irme a dormir. Podía pasarse horas y horas escuchándole sin rechistar, y no le importaba que la despertara en lo más profundo del sueño o en la hora más intempestiva de la noche; su paciencia era infinita; así también su empatía, y nunca se cansaba de escuchar; antes al contrario, él se quedaba dormido en su vientre muelle y liso mientras las palabras se le apagaban en la boca como un cigarrillo. ¡Oh, aquello sí que era amor! ¡Qué generosidad, qué entrega, qué manera de velar el sueño del amado! Incluso se preguntaba si alguna vez dormía, porque siempre que abría los ojos allí estaba ella, despierta, mirándole con una ternura casi maternal. Aquello era un poco turbador, lo admitía, pero lo cierto es que al día siguiente se despertaba más animado y cargado de energía, como rejuvenecido. No sabía qué tenía ella que a su lado siempre le venía el sueño, y era un sueño reparador, como el de un bebé –aunque los bebés lloran y se despiertan en mitad de la noche, así que su sueño no debe de ser tan balsámico como dicen–. Sólo le encontraba un defecto: a veces, cuando le hablaba y esperaba una réplica, ella simplemente callaba, y entonces tenía la sensación de que le estaba dando la razón como a un tonto o a un loco. Y se preguntaba si aquél era un silencio sumiso o burlón. Pero qué importaba aquella menudencia cuando en todo lo demás era tan adorable. Después de todo, él creía a pies juntillas en aquello de te querré por tus virtudes, pero te amaré por tus defectos.

_________________
©️ Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
I loved you like the darkness loves the brightness of a dying star.
Volver arriba
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.