Foro de Poesía Libre y Portal de Poetas Universales El Parnasillo
Bienvenido al Foro de Poesía El Parnasillo. Te animamos a que te registres y participes en el foro compartiendo tus obras con nuestra comunidad de poetas. Recibirás comentarios que te ayudarán a crecer y mejorar. Gracias.
Foro de Poesía Libre y Portal de Poetas Universales El Parnasillo
Bienvenido al Foro de Poesía El Parnasillo. Te animamos a que te registres y participes en el foro compartiendo tus obras con nuestra comunidad de poetas. Recibirás comentarios que te ayudarán a crecer y mejorar. Gracias.
Si quieres que comenten tus poemas, comenta tú también los poemas de los demás compañeros. Un foro de poesía se sustenta en la participación. Todo el mundo tiene algo importante que decir.
Ir abajo
Óscar Bartolomé Poy
Óscar Bartolomé Poy
Fundador del Parnaso
Fundador del Parnaso
Generador de debate
Premio a la participación activa en el foro
Insignia de oro
Distinción al poeta que obtiene el reconocimiento de los demás compañeros
Popularidad
Galardón al poeta cuyos temas gustan a la comunidad
Mirmidón
Veterano del foro
Mensajes Mensajes : 2788
Numen del poeta Numen del poeta : 8216
Reputación Reputación : 152
Fecha de inscripción Fecha de inscripción : 03/06/2015
Edad Edad : 45
Localización Localización : El Parnaso

Viajero sin escalas Empty Viajero sin escalas

Dom Jun 21, 2015 1:53 pm
Se puede viajar sin salir de casa. Sí, sé que suena a tópico, y quizás lo sea, el tópico más mendaz y manido de la historia, el que arguyen aquellos que tienen más imaginación que peculio, pero en su caso era cierto. Nunca había salido al extranjero. Se mareaba con sólo poner un pie dentro de un barco y tenía un pánico cerval a los aviones. Odiaba el hacinamiento de barracón y la cercanía humana y pegajosa del autobús y, por supuesto, no tenía carnet de conducir ni coche. Su fobia a viajar era tal que ya casi ni salía de su ciudad; qué digo de su ciudad, de su casa. Y sin embargo, presumía de haber viajado por todo el continente. Había visto la Torre de Londres y las Puertas de Brandenburgo. Había visitado las tumbas de Oscar Wilde y de Modigliani en el cementerio de Père-Lachaise y La Fuente de los Cuatros Ríos de Bernini en la Piazza Navona. Se había solazado en las playas de Dubrovnik, la perla del Adriático, y había disfrutado de una puesta de sol majestuosa a orillas del Bósforo, recortando su silueta contra la imponente cúpula de Hagia Sophia, epítome de la arquitectura bizantina. Se había perdido por los interminables pasillos de todos los grandes museos europeos contemplando las obras pictóricas de los artistas más conspicuos de todos los tiempos: el Louvre, la National Gallery, el Hermitage, la Galería Uffizi, el Rijksmuseum… Y ante tamaña exhibición de belleza, había sentido el vahído y las palpitaciones propias del síndrome de Stendhal. ¿Quién podía jactarse de haber admirado la Gioconda sin tener que abrirse paso a codazos entre la multitud o de hacer una cola interminable? Era un privilegiado. Todas las puertas de las pinacotecas se abrían para él, sólo para él, y sus pupilas se dilataban ante aquellas maravillas como el obturador de una cámara fotográfica. Este símil no es casual ni baladí, pues se jactaba de tener una memoria eidética, algo muy útil para aprehender semejante caudal de belleza. ¿Qué necesidad tenía él de sacar fotos como cualquier turista adocenado cuando sus ojos superaban a cualquier dispositivo fotosensible y su memoria era un mecanismo tan perfecto? Ahora la gente no ve lo que tiene delante, se decía, sino a través de una cámara, con lo que se pierden los detalles. El vulgo ya sólo viaja para hacer fotos, cientos de fotos, miles de fotos, y luego verlas en casa; y, lo que es aún peor, enseñárselas a sus familiares y amigos en soporíferas veladas. Como si a ellos les importara. Se ha perdido el placer de ver por el mero hecho de ver, de aguzar la vista y los sentidos y usar la inteligencia para recrearse en el espacio. Se ha sustituido el poder de la evocación por un flash y un souvenir en mapa de bits. En esta era digital, ya no quedaban muchos como él. Era un viajero sentimental en un mundo sin sentimientos.

Sus únicos viajes eran a la librería de El Corte Inglés. Compraba guías turísticas y las devoraba en la intimidad de su hogar. Empezaba eligiendo un hotel –preferiblemente de cuatro o cinco estrellas, pues estaba acostumbrado a una vida de regalo y molicie–, comprobaba online la disponibilidad de habitaciones y hacía una reserva ficticia. Luego estudiaba el mapa de la ciudad, su callejero, las líneas de metro y toda la red de comunicaciones desde el aeropuerto hasta el hotel. Se aprendía los itinerarios y los lugares más emblemáticos y no dejaba de visitar ninguna atracción turística. Planeaba sin descanso el recorrido de cada jornada: adónde ir, dónde comer, qué transporte tomar en cada caso. Y así se paseaba por las ciudades, mapa en mano, durante días y a veces semanas, y cuando le gustaba mucho un destino, repetía al poco la experiencia. Nunca viajar había sido tan accesible y barato. Porque, seamos serios, ¿quién desea las molestias de un viaje, con todos sus tediosos preparativos y sus quebraderos de cabeza, para luego tener que soportar a toda esa turba maleducada y sudorosa que se aglomera en torno a los centros turísticos cuando puedes verlo todo y disfrutarlo arrellanado en tu sofá?

Él no viajaba ni en business ni en clase turista. Tampoco pagaba por facturar el equipaje ni se lo extraviaban en el aeropuerto. Ni siquiera necesitaba aprender idiomas ni preguntar a los lugareños por cómo llegar a tal o cual monumento –se habría muerto de la vergüenza–. Él era más práctico que todo eso; un verdadero pickwickiano. Era, digámoslo así, un viajero a escala pero sin escalas.

_________________
©️ Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
I loved you like the darkness loves the brightness of a dying star.
María López
María López
Poeta Destacado
Poeta Destacado
Generador de debate
Premio a la participación activa en el foro
Mirmidón
Veterano del foro
Mensajes Mensajes : 209
Numen del poeta Numen del poeta : 4050
Reputación Reputación : 4
Fecha de inscripción Fecha de inscripción : 05/06/2015

Viajero sin escalas Empty Re: Viajero sin escalas

Miér Jun 24, 2015 4:19 pm
Óscar Bartolomé Poy escribió:
Se puede viajar sin salir de casa. Sí, sé que suena a tópico, y quizás lo sea, el tópico más mendaz y manido de la historia, el que arguyen aquellos que tienen más imaginación que peculio, pero en su caso era cierto. Nunca había salido al extranjero. Se mareaba con sólo poner un pie dentro de un barco y tenía un pánico cerval a los aviones. Odiaba el hacinamiento de barracón y la cercanía humana y pegajosa del autobús y, por supuesto, no tenía carnet de conducir ni coche. Su fobia a viajar era tal que ya casi ni salía de su ciudad; qué digo de su ciudad, de su casa. Y sin embargo, presumía de haber viajado por todo el continente. Había visto la Torre de Londres y las Puertas de Brandenburgo. Había visitado las tumbas de Oscar Wilde y de Modigliani en el cementerio de Père-Lachaise y La Fuente de los Cuatros Ríos de Bernini en la Piazza Navona. Se había solazado en las playas de Dubrovnik, la perla del Adriático, y había disfrutado de una puesta de sol majestuosa a orillas del Bósforo, recortando su silueta contra la imponente cúpula de Hagia Sophia, epítome de la arquitectura bizantina. Se había perdido por los interminables pasillos de todos los grandes museos europeos contemplando las obras pictóricas de los artistas más conspicuos de todos los tiempos: el Louvre, la National Gallery, el Hermitage, la Galería Uffizi, el Rijksmuseum… Y ante tamaña exhibición de belleza, había sentido el vahído y las palpitaciones propias del síndrome de Stendhal. ¿Quién podía jactarse de haber admirado la Gioconda sin tener que abrirse paso a codazos entre la multitud o de hacer una cola interminable? Era un privilegiado. Todas las puertas de las pinacotecas se abrían para él, sólo para él, y sus pupilas se dilataban ante aquellas maravillas como el obturador de una cámara fotográfica. Este símil no es casual ni baladí, pues se jactaba de tener una memoria eidética, algo muy útil para aprehender semejante caudal de belleza. ¿Qué necesidad tenía él de sacar fotos como cualquier turista adocenado cuando sus ojos superaban a cualquier dispositivo fotosensible y su memoria era un mecanismo tan perfecto? Ahora la gente no ve lo que tiene delante, se decía, sino a través de una cámara, con lo que se pierden los detalles. El vulgo ya sólo viaja para hacer fotos, cientos de fotos, miles de fotos, y luego verlas en casa; y, lo que es aún peor, enseñárselas a sus familiares y amigos en soporíferas veladas. Como si a ellos les importara. Se ha perdido el placer de ver por el mero hecho de ver, de aguzar la vista y los sentidos y usar la inteligencia para recrearse en el espacio. Se ha sustituido el poder de la evocación por un flash y un souvenir en mapa de bits. En esta era digital, ya no quedaban muchos como él. Era un viajero sentimental en un mundo sin sentimientos.

Sus únicos viajes eran a la librería de El Corte Inglés. Compraba guías turísticas y las devoraba en la intimidad de su hogar. Empezaba eligiendo un hotel –preferiblemente de cuatro o cinco estrellas, pues estaba acostumbrado a una vida de regalo y molicie–, comprobaba online la disponibilidad de habitaciones y hacía una reserva ficticia. Luego estudiaba el mapa de la ciudad, su callejero, las líneas de metro y toda la red de comunicaciones desde el aeropuerto hasta el hotel. Se aprendía los itinerarios y los lugares más emblemáticos y no dejaba de visitar ninguna atracción turística. Planeaba sin descanso el recorrido de cada jornada: adónde ir, dónde comer, qué transporte tomar en cada caso. Y así se paseaba por las ciudades, mapa en mano, durante días y a veces semanas, y cuando le gustaba mucho un destino, repetía al poco la experiencia. Nunca viajar había sido tan accesible y barato. Porque, seamos serios, ¿quién desea las molestias de un viaje, con todos sus tediosos preparativos y sus quebraderos de cabeza, para luego tener que soportar a toda esa turba maleducada y sudorosa que se aglomera en torno a los centros turísticos cuando puedes verlo todo y disfrutarlo arrellanado en tu sofá?

Él no viajaba ni en business ni en clase turista. Tampoco pagaba por facturar el equipaje ni se lo extraviaban en el aeropuerto. Ni siquiera necesitaba aprender idiomas ni preguntar a los lugareños por cómo llegar a tal o cual monumento –se habría muerto de la vergüenza–. Él era más práctico que todo eso; un verdadero pickwickiano. Era, digámoslo así, un viajero a escala pero sin escalas.

Me gustó mucho, este viaje sin escalas desde el sofá, supongo que internet debe crear estas extrañas criaturas, me temo que lo que explicas sea cierto. A mí me gusta viajar de ese modo, pero sólo a veces, lo he hecho por todas las grandes galerías del Mundo que lo permiten, es uno de mis hobbies, pero, no se me ocurriría hacerlo para viajar, supongo que soy de gastarme las suelas del zapato, sudar recorriendo las calles y mezclándome con los lugareños...

Abrazos.

_María

_________________
La primera tarea del poeta es desanclar en nosotros una materia que quiere soñar.
Gastón  Bachelar.
Óscar Bartolomé Poy
Óscar Bartolomé Poy
Fundador del Parnaso
Fundador del Parnaso
Generador de debate
Premio a la participación activa en el foro
Insignia de oro
Distinción al poeta que obtiene el reconocimiento de los demás compañeros
Popularidad
Galardón al poeta cuyos temas gustan a la comunidad
Mirmidón
Veterano del foro
Mensajes Mensajes : 2788
Numen del poeta Numen del poeta : 8216
Reputación Reputación : 152
Fecha de inscripción Fecha de inscripción : 03/06/2015
Edad Edad : 45
Localización Localización : El Parnaso

Viajero sin escalas Empty Re: Viajero sin escalas

Jue Jun 25, 2015 10:18 pm
María,

está claro que se puede viajar con la mente, aunque, obviamente, la experiencia no es la misma. Conocer otros países, otras culturas y otras lenguas siempre enriquece, aunque también hay quien viaja con los ojos cerrados.

Un abrazo.

_________________
©️ Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.
I loved you like the darkness loves the brightness of a dying star.
avatar
Invitado
Invitado

Viajero sin escalas Empty Re: Viajero sin escalas

Vie Jun 26, 2015 3:15 am
Muy bueno. En parte me siento identificado con el personaje, me gusta usar el google earth para ver los lugares más recónditos del planeta y busco información sobre todos los detalles de ese lugar, busco biografías, arte, historia, etc... pero yo también soy de caminar mucho, me gusta empaparme de los colores y los olores de los lugares, de su naturaleza, de su luz. Aunque lo mejor del viaje siempre es la compañía, lo que une viajar y compartir experiencias.
Lo de echar fotos sí que lo abandoné hace mucho tiempo, las almacenaba y, cuando las repasaba, no me aportaban nada especial, no tanto como los recuerdos.
Por otro lado, procuramos viajar en temporada baja, no porque sea más barato, sino por evitar, sí, aglomeraciones que tanto tiempo te hacen perder y tanta incomodidad genera.

El relato es cercano, mucha gente se sentirá identificado en mayor o menor medida.
Como siempre, maravilloso el uso del lenguaje.

Saludos, Óscar.
Volver arriba
Temas similares
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.