- guillermolavianaPoema de la SemanaReconocimiento al mejor poema de la semana
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ÁNGELA VI
Mar Dic 15, 2020 11:12 am
Contemplo las fotos: han pasado siete, ocho años.
Como si hubiera
pasado todo un millón de años.
Cada fotografía parece emitir un misterio
diferente, un mundo propio.
Se repite un patrón, con diversos fondos de
fiesta: sobresalen los años eléctricos por Oviedo. El grupo variopinto, mezclado, cambiante, pero Gela en medio.


En cuanto paras un poco te haces demasiado grande, creces demasiado como para ocultarte. Huyes de un destino que se va cumpliendo, y nos
salvas ya sólo por haber existido. Mas vuelves siempre, llena de decidida
alegría, a cruzar la Cordillera.
Mira, Gela, en Tineo sentí una de las sensaciones de ausencia más mágicas y desgarradoras de mi vida. Vi tus pintadas de insomnio en las paredes
de una casa okupa perdida en lo profundo del Occidente, y una kinki de
neuronas resecas me habló de una genial fiesta rave y de una camarera muy
marchera… Yo entonces caminé.

.....
Era el Underground, el Asturias Coalpunk, gritando desde las paredes.
Eras tú, mujer hada y río de magma exagerado,
¡gata, gata, gata! ¡curiosa con capucha y anillos de calaveras!
¡se nos ha ido la luz en todo el barrio!
¡riendo a oscuras por las calles, tigres de Alicia jamás nombrados!
Ángela de Mieres, te voy a decir qué percibí de ti
de cuando bebiste sótanos verdes con stock de extravagancias
de cuando anduviste en la presencia de ti misma
de cuando tuviste un tiempo-lugar-serendipia
en la Ciudad del Camino.
Alegre y extraña bajo cielos irrecuperables
ella husmea los callejones –sin hora de volver a Casa–
ella hace novillos en minas de mercurio
–instalaciones mineras abandonadas como de holocausto atómico–
ay, ay, ay,
vigor celeste que vas, que vienes,
que no encarnas tus costillas ni tampoco te detienes,
que por mi luz de cuevas
ya sueñas, ya vives,
oh presencia de la Madre que con tu presencia
avivas las entrañas inundadas de estas cuencas
¡eres Espíritu!
y con tus alas de inocencia, y con tu frente de violencia
se desata la tormenta, se comba el aire, estalla el trueno,
oh Gela del rayo, y de la etílica fiereza,
salvación y un mundo nuevo.
Ángela,
lo que hubiera dado por haberte conocido cuando
yo tragaba las arenas del tiempo en mi propio asilo,
cuando me asfixiaba al otro lado del espejo ¡perdón! del valle;
tú hubieras disuelto y neutralizado las burbujas de veneno
que hervían en mi caldera de odio y muerte. Tú me hubieras salvado
de la seriedad inútil de la vida. Pero
¡Mutación final! ¡bailo, bailo, bailo y llueve y suena música de fiesta!
–No se te puede olvidar el Evangela que nos cediste–
Y oh ahora ya sólo mito que se va olvidando
ahora gracioso recuerdo entre quienes te conocieron
mas queda mi figura mental de ti, anhelo que me salva;
Ángela del Camino, tú que fuiste bendecida con la Fluidez Alegre,
guíame, llévame
al otro lado verdadero de este valle.
Aquí vivió ella.
(…)
ÁNGELA. Te persigue la leyenda que te sigue, y en tu ausencia la fábula crece. ¿Escapaste a las islas, al Archipiélago? Tendrás que volver. Yo en
Mieres Bridge soñando te espero.
Como si hubiera
pasado todo un millón de años.
Cada fotografía parece emitir un misterio
diferente, un mundo propio.
Se repite un patrón, con diversos fondos de
fiesta: sobresalen los años eléctricos por Oviedo. El grupo variopinto, mezclado, cambiante, pero Gela en medio.

Año 2018: cada uno por un lado, y aunque aún amigos, el grupo de
amistad se ha roto.
Bueno, los diversos grupos de amistad se han roto.
Gela, volviste del Mediterráneo, o del Atlántico. Y te seguimos la pista.
Anduvimos cerca.
Llegamos a la tan repleta de calles Cangas del Narcea, a
la ruinosa pero inolvidable Grao, a la rara Avilés que duerme en fábricas y
ambiente marino, al caserón hippie de Lena, a… tantos lugares por donde
vimos y sentimos tus huellas…
Pintadas y graffitis, historietas mítico-urbanas, facturas sin pagar, papeles de contratos de móvil, fotos furtivas en alguna red social de alguien,
y alguien que de repente te ve en algún lugar.
amistad se ha roto.
Bueno, los diversos grupos de amistad se han roto.
Gela, volviste del Mediterráneo, o del Atlántico. Y te seguimos la pista.
Anduvimos cerca.
Llegamos a la tan repleta de calles Cangas del Narcea, a
la ruinosa pero inolvidable Grao, a la rara Avilés que duerme en fábricas y
ambiente marino, al caserón hippie de Lena, a… tantos lugares por donde
vimos y sentimos tus huellas…
Pintadas y graffitis, historietas mítico-urbanas, facturas sin pagar, papeles de contratos de móvil, fotos furtivas en alguna red social de alguien,
y alguien que de repente te ve en algún lugar.

En cuanto paras un poco te haces demasiado grande, creces demasiado como para ocultarte. Huyes de un destino que se va cumpliendo, y nos
salvas ya sólo por haber existido. Mas vuelves siempre, llena de decidida
alegría, a cruzar la Cordillera.
Mira, Gela, en Tineo sentí una de las sensaciones de ausencia más mágicas y desgarradoras de mi vida. Vi tus pintadas de insomnio en las paredes
de una casa okupa perdida en lo profundo del Occidente, y una kinki de
neuronas resecas me habló de una genial fiesta rave y de una camarera muy
marchera… Yo entonces caminé.

Por dos días, por dos días no nos encontramos.
Llegué a Tineo (ciudad de Jano) y te sentí por las callejuelas de inmediato. Supe que aquella villa,
raro balcón urbano asomado al agreste misterio occidental, era demasiado
pequeña para ti.
Encontré la Casa, el piso en el que habías estado: me recibió un gran
tufo a humedad y a fumada de petas, y todavía pude percibir algo de Light Blue de Dolce&Gabanna flotando en el aire; por soplos se agolparon en mi
mente imágenes de Llanes en verano, de espichas en el Tartiere, de atardeceres veraniegos en la playa de Poniente, de raros Septiembres de despedidas…
Llegué a marearme durante unos segundos. (…)
Pero me recompongo. Avanzo por la casa destartalada, sorteando latas de Monster; veo las sartenes con restos de ketamina, envoltorios de repostería industrial, bolsas del supermercado, las paredes repletas de frases
anarquistas, y de palabras de amor; la Vogue, cupones del Burguer King, el
Nuevo Testamento. Oh ángel superpasado, sigues igual.
«Hablando de fiesta, ternura y piedad.
Yo escuché a Ángela en la Casa que siempre está abierta. Y bailamos porque no había nada que hacer sino bailar. Y la generación de nuestros padres
no comprendía absolutamente nada, todo lo más a vernos como los músicos del
Titanic o unos hedonistas egoístas incapaces de enfrentar la vida.
—¡Otra ronda de chupitos de Jagger, Gela!
—¡Venga, va, dalee!
Algo vi yo en Gela, y ella me tomó como acólito festivo. Y mi amor por
Ella no es sino como el Amor que sintió Simón Pedro «La Roca» por su maestro
el Señor. Así era mi aprecio por Ella».
Llegué a Tineo (ciudad de Jano) y te sentí por las callejuelas de inmediato. Supe que aquella villa,
raro balcón urbano asomado al agreste misterio occidental, era demasiado
pequeña para ti.
Encontré la Casa, el piso en el que habías estado: me recibió un gran
tufo a humedad y a fumada de petas, y todavía pude percibir algo de Light Blue de Dolce&Gabanna flotando en el aire; por soplos se agolparon en mi
mente imágenes de Llanes en verano, de espichas en el Tartiere, de atardeceres veraniegos en la playa de Poniente, de raros Septiembres de despedidas…
Llegué a marearme durante unos segundos. (…)
Pero me recompongo. Avanzo por la casa destartalada, sorteando latas de Monster; veo las sartenes con restos de ketamina, envoltorios de repostería industrial, bolsas del supermercado, las paredes repletas de frases
anarquistas, y de palabras de amor; la Vogue, cupones del Burguer King, el
Nuevo Testamento. Oh ángel superpasado, sigues igual.
«Hablando de fiesta, ternura y piedad.
Yo escuché a Ángela en la Casa que siempre está abierta. Y bailamos porque no había nada que hacer sino bailar. Y la generación de nuestros padres
no comprendía absolutamente nada, todo lo más a vernos como los músicos del
Titanic o unos hedonistas egoístas incapaces de enfrentar la vida.
—¡Otra ronda de chupitos de Jagger, Gela!
—¡Venga, va, dalee!
Algo vi yo en Gela, y ella me tomó como acólito festivo. Y mi amor por
Ella no es sino como el Amor que sintió Simón Pedro «La Roca» por su maestro
el Señor. Así era mi aprecio por Ella».
«Conducíamos a través del boulevard de San Lorenzo en Gijón, medio
cuerpo afuera por las ventanillas, pasándonos una “litrona” de cerveza y bebiendo todos menos el puntilloso, pero responsable, conductor.
Era una fresca mañana de verano, y el aire olía a sal de mar, a cremas
solares, a cafés y cocinas que apuraban los matutinos bocatas de los bares. Veíamos la gente y los altos edificios de pie de playa pasar ante nosotros como en los
créditos de una película. Gela reía sintiendo el aire sobre su rostro, triunfante, loca, como si fuera el Jóker asomado por la ventanilla del coche policía en
aquella escena del Caballero Oscuro, como si tal manera de vivir escandalizando fuera nuestra inmadura venganza contra un mundo que ya no contaba
con nosotros…»
...
Afuera en las calles de Tineo empieza a llover con fuerza, y el sonido
del aguacero me saca de tanta cavilación y recuerdo. En el corredor de madera se oyen goteras. Afectado y leve, tomo asiento en un mohoso sofá, escuchando aquella lluvia caliente. Pasan densos los minutos. Qué soledad,
por dios.

El viento mordía las cristaleras y se colaba por entre las paredes de adobe, removiendo el polvo del pasillo. Era el heraldo de Primavera, que
panificaba con su brisa este cosmos punk-cristiano.
¡Gela!, todo esto empezó como una divertida transgresión.
Me hablaban de una gamberra vaciando botellas de alcohol, haciendo «gelasmos»
(que básicamente era mezclar todo la bebida que hubiera a mano con vino
de cartón y refrescos) y con un altavoz en la mano invitando a voces a la
gente que hubiera en los descampados de los botellones. Luego ya te conocí; hola qué tal, que sois de Mieres, nah nosotros de Laviana, sí, ¿vas a ir a
la fiesta de…?. Y ya tal.
Éramos unos tontos fiesteros hedonistas de clase obrera divirtiéndonos y machacando el cuerpo.
Pero tú posees esa magia de poder «llegar» a la gente, ese magnetismo especial que lo cambió todo.
Te sentías protagonista, alabada, respetada; incluso tuviste un tiempo
algo narcisista. Ya sabes, las redes sociales y toda esa mierda. Y notaste tu
poder sobre la gente; porque eres descarada, deslenguada, directa, temeraria…y sin embargo tan buena y humilde, siempre con el sueño de una
noche de verano al frente.

¿Qué tienes? Tienes el poder de ayudar y reconfortar a la gente de sus
miedos y preocupaciones con tu amistad. Primero asustas, con actitud macarra, después impresionas, con tu desenvoltura y tu manera de salir adelante en todas las situaciones, y finalmente haces que te amemos, con palabras
sencillas sin complejos, que a veces hasta duelen por cuanto nos muestras de
nosotros mismos; y es que nos enseñas que podemos mirar con otros ojos la
vida.
Eres tan sumamente rara e irrepetible, Gela… Siempre me pareciste el
sueño realizado de vivir como una auténtica Punky Brewster.

Pero hay que echarte paciencia; hay que ir a buscar la noche infinita
contigo, hay que ir de espicha contigo, hay que pasar tardes sin sentido de
resaca en las calles o en desvanes contigo. Ha de viajarse contigo.
Y meternos en problemas, y pasarnos con las drogas, y que nos echen de casa e
irnos a vivir contigo donde estés, y hablar y hablar hasta las tantas de idioteces salpicadas por disertaciones sobre el sentido de esta gran locomotora
llamada VIDA.
Tú nos reconfortarás de lo que nos abruma, tú serás quien
nos calme cuando las drogas suban demasiado, tú nos librarás del tedio de
la vida con tu presencia y sincera amistad.
Y entonces uno entiende, ama a Gela.
No un amor de pareja, sino un amor más grande, más universal.
La
amas a ella y amas al mundo, es inevitable.
Pero hay quienes dijeron que
tenían que crecer, y nos fueron abandonando, mi querida Ángela. Los años
pasan y lo único claro es que vamos a tener que repartir currículos para currar de algo; currar de camareros.

Los políticos, los funcionarios, los babyboomers… a ellos les importamos una mierda. La juventud española importamos una mierda. Pero a pesar de esta situación infernal para nuestra generación, yo deseo persistir en la alteración tremenda de nuestro "Gran Bandazo."
Quizá lo que ocurre fue que vivimos unos años tan mágicos e inolvidables (los correspondientes a la flor de la juventud) que ahora no queremos renunciar a ese período, no queremos «crecer» ni «madurar» porque sabemos lo que implica.
¿Será esto? Pues NO. Yo sé que hay mucho más que esa duda…Y de
todas maneras, sin posibilidad de un proyecto mínimo y digno de vida,
todo cuanto podemos hacer es seguir siendo unos romeros Peter Pan.
Prefiero eso a remar triste o las ascuas del odio.
De momento hay una enorme A en la pared realizada con pintura
blanca en este piso rancio de Tineo. Una A de Ángela que rebasa el ámbito de lo simbólico y se convierte en una sacrosanta huella que me recibe
hospitalariamente.
cuerpo afuera por las ventanillas, pasándonos una “litrona” de cerveza y bebiendo todos menos el puntilloso, pero responsable, conductor.
Era una fresca mañana de verano, y el aire olía a sal de mar, a cremas
solares, a cafés y cocinas que apuraban los matutinos bocatas de los bares. Veíamos la gente y los altos edificios de pie de playa pasar ante nosotros como en los
créditos de una película. Gela reía sintiendo el aire sobre su rostro, triunfante, loca, como si fuera el Jóker asomado por la ventanilla del coche policía en
aquella escena del Caballero Oscuro, como si tal manera de vivir escandalizando fuera nuestra inmadura venganza contra un mundo que ya no contaba
con nosotros…»
...
Afuera en las calles de Tineo empieza a llover con fuerza, y el sonido
del aguacero me saca de tanta cavilación y recuerdo. En el corredor de madera se oyen goteras. Afectado y leve, tomo asiento en un mohoso sofá, escuchando aquella lluvia caliente. Pasan densos los minutos. Qué soledad,
por dios.

El viento mordía las cristaleras y se colaba por entre las paredes de adobe, removiendo el polvo del pasillo. Era el heraldo de Primavera, que
panificaba con su brisa este cosmos punk-cristiano.
¡Gela!, todo esto empezó como una divertida transgresión.
Me hablaban de una gamberra vaciando botellas de alcohol, haciendo «gelasmos»
(que básicamente era mezclar todo la bebida que hubiera a mano con vino
de cartón y refrescos) y con un altavoz en la mano invitando a voces a la
gente que hubiera en los descampados de los botellones. Luego ya te conocí; hola qué tal, que sois de Mieres, nah nosotros de Laviana, sí, ¿vas a ir a
la fiesta de…?. Y ya tal.
Éramos unos tontos fiesteros hedonistas de clase obrera divirtiéndonos y machacando el cuerpo.
Pero tú posees esa magia de poder «llegar» a la gente, ese magnetismo especial que lo cambió todo.
Te sentías protagonista, alabada, respetada; incluso tuviste un tiempo
algo narcisista. Ya sabes, las redes sociales y toda esa mierda. Y notaste tu
poder sobre la gente; porque eres descarada, deslenguada, directa, temeraria…y sin embargo tan buena y humilde, siempre con el sueño de una
noche de verano al frente.

¿Qué tienes? Tienes el poder de ayudar y reconfortar a la gente de sus
miedos y preocupaciones con tu amistad. Primero asustas, con actitud macarra, después impresionas, con tu desenvoltura y tu manera de salir adelante en todas las situaciones, y finalmente haces que te amemos, con palabras
sencillas sin complejos, que a veces hasta duelen por cuanto nos muestras de
nosotros mismos; y es que nos enseñas que podemos mirar con otros ojos la
vida.
Eres tan sumamente rara e irrepetible, Gela… Siempre me pareciste el
sueño realizado de vivir como una auténtica Punky Brewster.
Pero hay que echarte paciencia; hay que ir a buscar la noche infinita
contigo, hay que ir de espicha contigo, hay que pasar tardes sin sentido de
resaca en las calles o en desvanes contigo. Ha de viajarse contigo.
Y meternos en problemas, y pasarnos con las drogas, y que nos echen de casa e
irnos a vivir contigo donde estés, y hablar y hablar hasta las tantas de idioteces salpicadas por disertaciones sobre el sentido de esta gran locomotora
llamada VIDA.
Tú nos reconfortarás de lo que nos abruma, tú serás quien
nos calme cuando las drogas suban demasiado, tú nos librarás del tedio de
la vida con tu presencia y sincera amistad.
Y entonces uno entiende, ama a Gela.
No un amor de pareja, sino un amor más grande, más universal.
La
amas a ella y amas al mundo, es inevitable.
Pero hay quienes dijeron que
tenían que crecer, y nos fueron abandonando, mi querida Ángela. Los años
pasan y lo único claro es que vamos a tener que repartir currículos para currar de algo; currar de camareros.

Los políticos, los funcionarios, los babyboomers… a ellos les importamos una mierda. La juventud española importamos una mierda. Pero a pesar de esta situación infernal para nuestra generación, yo deseo persistir en la alteración tremenda de nuestro "Gran Bandazo."
Quizá lo que ocurre fue que vivimos unos años tan mágicos e inolvidables (los correspondientes a la flor de la juventud) que ahora no queremos renunciar a ese período, no queremos «crecer» ni «madurar» porque sabemos lo que implica.
¿Será esto? Pues NO. Yo sé que hay mucho más que esa duda…Y de
todas maneras, sin posibilidad de un proyecto mínimo y digno de vida,
todo cuanto podemos hacer es seguir siendo unos romeros Peter Pan.
Prefiero eso a remar triste o las ascuas del odio.
De momento hay una enorme A en la pared realizada con pintura
blanca en este piso rancio de Tineo. Una A de Ángela que rebasa el ámbito de lo simbólico y se convierte en una sacrosanta huella que me recibe
hospitalariamente.
.....
Era el Underground, el Asturias Coalpunk, gritando desde las paredes.
Eras tú, mujer hada y río de magma exagerado,
¡gata, gata, gata! ¡curiosa con capucha y anillos de calaveras!
¡se nos ha ido la luz en todo el barrio!
¡riendo a oscuras por las calles, tigres de Alicia jamás nombrados!
Ángela de Mieres, te voy a decir qué percibí de ti
de cuando bebiste sótanos verdes con stock de extravagancias
de cuando anduviste en la presencia de ti misma
de cuando tuviste un tiempo-lugar-serendipia
en la Ciudad del Camino.
Alegre y extraña bajo cielos irrecuperables
ella husmea los callejones –sin hora de volver a Casa–
ella hace novillos en minas de mercurio
–instalaciones mineras abandonadas como de holocausto atómico–
ay, ay, ay,
vigor celeste que vas, que vienes,
que no encarnas tus costillas ni tampoco te detienes,
que por mi luz de cuevas
ya sueñas, ya vives,
oh presencia de la Madre que con tu presencia
avivas las entrañas inundadas de estas cuencas
¡eres Espíritu!
y con tus alas de inocencia, y con tu frente de violencia
se desata la tormenta, se comba el aire, estalla el trueno,
oh Gela del rayo, y de la etílica fiereza,
salvación y un mundo nuevo.
Ángela,
lo que hubiera dado por haberte conocido cuando
yo tragaba las arenas del tiempo en mi propio asilo,
cuando me asfixiaba al otro lado del espejo ¡perdón! del valle;
tú hubieras disuelto y neutralizado las burbujas de veneno
que hervían en mi caldera de odio y muerte. Tú me hubieras salvado
de la seriedad inútil de la vida. Pero
¡Mutación final! ¡bailo, bailo, bailo y llueve y suena música de fiesta!
–No se te puede olvidar el Evangela que nos cediste–
Y oh ahora ya sólo mito que se va olvidando
ahora gracioso recuerdo entre quienes te conocieron
mas queda mi figura mental de ti, anhelo que me salva;
Ángela del Camino, tú que fuiste bendecida con la Fluidez Alegre,
guíame, llévame
al otro lado verdadero de este valle.
Aquí vivió ella.
(…)
ÁNGELA. Te persigue la leyenda que te sigue, y en tu ausencia la fábula crece. ¿Escapaste a las islas, al Archipiélago? Tendrás que volver. Yo en
Mieres Bridge soñando te espero.
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