EL ENCUENTRO

Mañana iracunda de silencios quebrados por un cuchillo pueril.
Obscenamente, una Venus ovalada me abraza, me desnuda, me quema.
El cielo de cristal matinal, lo sentí amenazante, no me preguntes porqué.
Me aventuré a la vereda ciclista, recibiendo el verano salado en el rostro y seguí avanzando con la ira pegada a mis zapatos.
Me dejé llevar por mis ojos impávidos, miré aquí y allá y acullá. En el pack del día iban las palomas despistadas sin ramas de olivo,
el calor de la penitencia, edificios torcidos, gritos del tráfico penitente, la luz de las naranjas agrias.
Senda que lleva al azar,
en donde se rompe el hombre y llora
el hombre contra las voces del silencio y las ruedas.
Perder la cordura,
se escapa la vida por donde se pierde el hombre,
Todo despertó, todo comenzó.
La herida era blanca ante los ojos cegados
Mañana de calor eterno, los pies al suelo y me detengo, blanca la mirada
indefenso, un alma espléndida recoge mis restos, da esperanzas luchando contra los muertos.

Una mañana de verano e infierno, rota la mirada, roto el cerebro.
La espera traicionera alarga los desencuentros.
La sangre en la cabeza, escapar desea.
La mirada con niebla, sin carne en los labios
ya no es lo que era. Los labios dormidos.
Mordidos.
Empezó el baile de luces a velocidad de vértigo.
una avalancha de preguntas en mi soledad.
Sin saber qué decir.
Sin saber qué pensar, salvo la felicidad de ser
como el viento,como la fina lluvia.
Cayendo.
Sí te recuerdo aguacero
surcando mi rostro entero
sí te conozco cuatro de junio
de un año concreto, casi eterno.
Extienden sábanas blancas y frías sobre mi cuerpo, pero todo despertó, todo comenzó, en tan solo un momento. El cansancio de mi cuerpo se torna serenidad cuando tu rostro veo, sin cesar la música apartas las sábanas manchadas.