El sol, bonzo que no quiere verte.

Estuve con el, si, con el mismo padre del tiempo.
-paciencia. - dijo, sereno, un santo pasivo.
Palabras algebraicas, arcaicas hijas de mil Pitagoras.
-¿que es lo que dices que dices?- Solo yo entendía la coherencia.
Lindo lord del césped aquel. Pocas palabras, un volcán pura alma y verdades.
-aún así, el sol va a salvarme- lagrimiaba aquel que conocía el vacío.
Una fe medio torpe. ¿No?
Así que este corrió, y corrió, ¡corrió pobre Melos! Casi raspa, casi cae. ¡Como corrió Melos!
Y estaba igual, el tiempo en un café del Conurbano. Que fiero es el tiempo, medio toro medio dios. Un loco dimensional que juega con hormigas.
-no me agite el trago- salta el turco.
Y el otro bombón tontón, sigue jugando al sol que salva.
-¿como un loop? Dice el cantinero, solo para avivar la conversación.
- algo si, pero de cordillera, de altura y nubes. Como si fuese una carretera Matías, la entrada final al diamante más enviado. Vos sabes, el túnel. Final, querido, el túnel final.
Que silencio se hizo en el bar. Ni mosca ni vitrola. Todo paro.
Sabe como zorro el tiempo. Pizca y media de la palabra de aquel ángel. Hablo para después callar. Así es como es que esto va, esto es que va...