Llovió

Llovió todo el día

y toda la noche.

La Luna triste,

el Sol frío

y distante.

Se veía venir,

se estaba apagando,

consumiendo por dentro,

luchando por fuera

por que no se notara,

por no dar pena ni trabajo,

por pretender

que todo continuara igual.

Pero ya no estaba allí

y se lo llevaron

escaleras abajo,

hombres de blanco,

sin rostro reconocible,

por seguridad.

Hasta mañana.

Y allí quedó su envoltura,

inmóvil, insensible, inerte,

la soledad de la muerte

en tiempos de pandemia.

Y la lluvia asomó

para quedarse,

porque mañana es nunca más...

pero sólo en esta vida.

Hasta mañana,

ahora sí.

( A mi padre)

Una experiencia desgarradora la que reflejas en tu poema, con la que además, y por desgracia, estoy familiarizado.

Mucho ánimo y gracias por compartir.