EL PARQUE.*

La mañana fúlgida plena de luz
se filtraba por las hojas del viejo sauce,
sobres las artesas de agua cantarina  
activas aves lavan su plumaje.  

Por la alameda preñada de flores,
entre tiernos arrullos y reñidos roces,
las parejas confiesan  velados amores  
ocultos tras días de dudas sin fin.

Los niños traviesos juegan al aro,
afanosas abejas liban la miel,
y él bebe en su carrito ríe a la madre
por los besos que deja sobre su  piel.

En un banco apartado lejos del bullicio
el viejo encorvado recuerda al leer,
poesías de antaño que han caducado
aunque  siguen vivas  dentro de él.

Evoca aquel día junto a la fuente,
distraídos en el agua intentando beber,
cuando sus miradas, llenas de ternura,
se dijeron todo en un sentí amen.

El resto del mundo dejo de existir,
los dos cautivados se sentían bien,
ella ruborizada giro su semblante,
el en una nube sin saber por qué.

Continúa viéndola a pesar de los años,
la tiene tan dentro que es parte de él,
aunque el destino se la arrebatado
sigue en su retina como el día aquel.