Cuentos del anochecer-.

No sé si los hombres andan bien despiertos
o bien dormidos, si con sus manos poderosas
entierran muertos insepultos cuando la noche
cae y amenaza ruina por todos los rincones de la
casa luminosa. O si golpean hasta abrir la tapa
de los sesos del amanecer. Y no lo sé, sencillamente,
porque ando yo también soñando, también despierto,
también durmiendo. Entre sus escayolas de puro goce
inmaterial, resuenan los ecos antiguos de miles de caracolas
advenedizas, que trituran, entre labios sacrílegos, las sombras
y los desdenes. Es tan rígido su cuello, su cuello múltiple y
de murciélago, que buscan y acechan las acequias rotundas,
con el paso venerable del tiempo, con ese paso indescriptible
de las moscas en los vasos y en los rellenos de los pechos.
Y soy insufriblemente feliz, mientras duermen en sus sarcófagos
y renacen sin séptimo día concluido. La tarántula del tiempo,
profana sus ataúdes de espuma blanca, de espuma blanca y racimos
obsoletos, de puro fuego. Mas yo
sigo despierto, soñando, soñándolos de lejos. Y amanezco
ruinoso, cadáver, cadavérico, nostálgico y con la suficiente fuerza
para derribar las cárceles de sus manicomios y de sus casas enfangadas.

Me ha gustado esa "tarántula del tiempo", que podría ser una mixtura de Aracne, Cloto o cualquier otra Gorgona. Sigues soñando y vertiendo versos entre ráfagas oníricas.

Saludos.

Gracias por tu opinión, Óscar, saludos-.