Lucas 2,8 actualizado

LUCAS 2, 8 ACTUALIZADO


 En estas tierras del Señor, la temperatura varía mucho entre el día y la noche. Así, el Sol  puede literalmente abrasar cuando está en lo más alto mientras que por la noche son frecuentes algunos grados bajo cero. Dicen que a todo se acostumbra el hombre, pero lo cierto es que hasta los naturales de estos parajes sufren una auténtica tortura al soportar día tras día el calor del infierno y el frío del Ártico con una diferencia de horas.
 
 Pero esta noche no es especialmente severa, y por ello, se hace más llevadera. Sería incluso agradable si no fuera tan oscura. La Luna parece un rasguño en el velo celeste, y las pocas estrellas visibles no son más que insectos claros e ingrávidos suspendidos en el aire; un aire que, pese a todo, tiene el perfume inconfundible y magnético de la inmensa soledad de la tierra, junto al sonido hipnótico que de ella brota, y nunca será identificado.

 Aquí y allá se puede ver el brillo mortecino de algunas fogatas que dan calor a grupos de viajeros desvelados, a los que las tenues llamas parecen atrapar la mirada, pues pasan largas horas en silencio, sin apartar los ojos de su continua danza.

 Otros, sin embargo, prefieren pasar éste tiempo de tregua que su trabajo con el ganado les concede, ahuyentando los escalofríos con una agradable charla. Entonces aparecen sin solución de continuidad los negocios, la familia, las preocupaciones financieras y hasta las más secretas ambiciones. Los sueños que la razón oculta a la vista durante el día, vuelven de noche para reivindicar, al amparo de la intimidad del momento, una legitimidad que no obstante, nadie recordará por la mañana. Se mezclan con el humo de las hogueras leyendas, recuerdos y anécdotas que unas veces hacen reír, otras suspirar, y siempre evocan el tiempo amable y próspero que todos confían alcanzar.

 Sin embargo, el viento ocurre hoy extrañamente, Sus murmullos son mas silenciosos que de costumbre. Y los fuegos parece que quisieran preservar la mayor oscuridad. Incluso las voces  se escuchan apagadas, como si esperaran algo fuera del alcance del pensamiento.

 De pronto, alguien ha señalado algo en algún lugar del firmamento opaco, avisando con gritos asombrados a los demás: un punto de luz ha aparecido, y avanza aumentando poco a poco su brillo. Describe un arco sobre todas las cabezas sobrecogidas y sigue lo que se diría un camino predeterminado. A su paso deja un rastro de humo azulado que dibuja un sendero cuyo final sólo el globo de fuego parece conocer.

 El tiempo se ha detenido en los ojos absortos de quienes observan el paso de ése relámpago horizontal, pues nadie puede decir a ciencia cierta cuánto ha pasado desde la voz de aviso hasta el instante en que, de forma majestuosa, el resplandor ha iniciado el descenso, mas allá de las formas que a lo lejos se adivinan.

 Todos se miran ahora, interrogándose en silencio, mientras la oscuridad vuelve, poco a poco, a cerrar sus fauces sobre ellos.

 Entonces empezó el bombardeo.
       
                                                                                                PABLO TORMO

Mientras leía, pensaba que era un meteorito, pero no, era algo peor, o bueno, no peor, sino peor por ser un ingenio humano, una bomba.

Eres un escritor versátil. La prosa también se te da bien. Yo la tengo un poco abandonada.

Saludos, Pablo.

La idea, como dice el título, es recrear el ambiente de los pastores a los que anuncia la estrella el nacimiento de Jesús de Nazareth