Prontitud del látigo-.

Yo hablaré de las superficies mojadas, de aquellos intestinos neutrales, de las chimeneas aullando agua en los laterales de las cocinas. De esos instintos que proporcionan huesos en las atmósferas de los látigos. De improviso, un señuelo de corporaciones, un hueco de pequeñas tortugas moribundas, un secreto repentino como la muerte del tendero: abrid bien los labios, las bocas llenas de hambre, el escorbuto de los días, pondrá cieno en lo que baila incandescente a la sombra del aire. Reforzaré las alianzas, el cráneo vencido por la angostura del cerebro, la prontitud del sueño con que se revelan los aspectos nocivos del viento, siempre soplando en dirección contraria. Hablaré pues, de los astros y de lo que desciende como figura de nieve sobre los anocheceres letales de los hombres, donde la sangre recogida cabe en un cenicero de partículas indiferentes, donde los sombreros duermen a la intemperie con gesto de cansancio o aburrimiento, donde los algoritmos repercuten en las zonas más frígidas, suaves instalaciones de aire petulante, gritos repetidos por la fuerza del mar, ecos conseguidos como la entraña salvaje de un bóvido. Y aquí, donde nada nace, permaneceré inmóvil, estatua de barro que ha descubierto su brutal abdomen.

En este tipo de composiciones te reconozco en tu plenitud. Como te comenté en una ocasión anterior, podría ser un poema, y sonaría igual de bien gracias a sus originales y atrevidas metáforas. Me quedo con "el escorbuto de los días".

¡Feliz Año Nuevo, Bienve!

Gracias Óscar, en primer lugar, y luego te diré que estos poemas suelen surgir solos, por lo que estoy por considerarme un digno heredero del surrealismo más rancio y de abolengo, es broma, muchas gracias y un feliz año para ti y los tuyos, amigo!!