Mi niña de azules trinos

A mi amada hija Ximena

Mi acordeón de amapolas
y bosques de eucaliptus,
de tangos tallados
en mi latir de lontananza
se va contigo:
mi niña de azules trinos.

Para cuidarte
en tu vuelo de lucero,
deja para mí un azahar de amor
que se deshoje en tu peregrinar.
Mi corazón reunirá los pétalos
— tus besos que acercan los alisios —.
Y así podré crear, para las dos,
un puente de madreselvas.
Cenit de dos almas
cuyo  amor pinta los cielos.

Hay secretos que te esperan
en el silencio de los Andes,
en las laderas coloridas
de Humahuaca,
en las hojas exuberantes de la selva.
Búscalos,
—¡mi amada niña de azules trinos! —
con ojos de calandria.
Así tu canto inmaculado
unirá dos increíbles mundos.

Como yo lo hice hace tiempo
al adentrarme, absorta,
en la danza de estas aguas
y en el hablar de los riscos.

Casandra

Todos los derechos reservados

Muchas gracias, Óscar, por tus palabras al poema!
Soy argentina y dejé mi país al venirnos a España hace ya varios años. Mi hija estudió aquí, pero por trabajo eligió Argentina para vivir. Es un adiós - desgarro, donde la guío para que deje huella allí, como yo lo hice aquí. Al menos tenemos los encuentros en sus vacaciones, pero no todos los años como desearía.
Saludos!

Qué bella ilustración, Óscar!
Ahora luce más azul el poema para mi niña!
Inmensas gracias.
Abrazos.