Buenos días

No encuentro la metáfora precisa
(porque, tal vez, no existe)
que envuelva los conceptos de los días;
las horas, esas horas cuando empieza
el frío gotear de la mañana,
las horas del cansancio de los ojos,
de aromas a café,
de aromas al perfecto maquillaje
que oculta, afortunado, sus arrugas,
sus años, sus trabajos, sus tristezas.
Es solo la mañana ese momento
del nuevo reencuentro con la vida,
y también es tan solo
el necesario instante del olvido
en que el sueño se desvanece;
la mañana, cargada de regreso
a los dolores viejos conocidos,
parece despertarlos como nuevos.
La luz de la mañana
alarga los espacios, colorea
el paso de la gente en las ciudades,
los ocres de los bosques en otoño,
las rosas del jardín recien nacidas
y el rostro compañero.
Es la mañana fresca fuente, agua,
es la arena, es lecho de olas,
es proceloso mar y blanca espuma.
Y al fin, es la mañana,
el milagro del barro que en los ojos
arroja la ceguera al gran abismo,
a las profundidades de la noche;
y es también resurgir de los sonidos
de los pájaros pequeños de los parques,
de los coches, las prisas, las palabras
y, sobre todo, de la voz amable
que dice "¿has descansado?"
Qué será de mi vida sin mañanas,
cuando ya no amanezca en el Oriente,
cuando estén paralíticos mis párpados
y mis oídos sordos sin asombros.
Qué será cuando caigan derrotadas
las mañanas a manos de la muerte.
Algún día sabré, tal vez no tarde,
si la muerte es tan solo otra mañana,
la más hermosa, larga, suave y limpia;
tal vez entonces sean las metáforas
minúsculos indicios
en ese despertar del infinito.
He visto esa mañana  esta mañana
cuando vino a decirme "buenos días"

Es un poema placentero de leer. Solo una observación: tal vez el inicio reafirma un imposible: encontrar una metáfora referida a los conceptos (de los días). Me quedo con la plenitud que quien escribe el poema muestra en sus distintas expresiones, más allá de todo concepto.