Maldito lunático (dedicado al gran Ángel Guinda, recientemente fallecido)

Quiero perderme en la Luna para siempre,
pasear por sus cráteres fríos y estériles;
Que me absorba esa esfera de luz y locura, madre de los sueños.
No temo ya la enorme efigie alzada,
cual voraz ballena que bogara
en el mar insondable del universo.
¡Que me engulla, como a Jonás, eternamente,
sin ser regurgitado en la noche de los tiempos!
Quiero ver mi rostro en el reflejo de su negro arroyo
para hundirme luego en las aguas de la nada.
Sentir el filo de la angustia
en la cabeza inerte que Salomé sostiene
hasta que la última gota de su sangre
se derrame en ocasos de fuego y de delirio.
¿Acaso no mana de mí la ira que se inflama,
roja guinda de ebriedad,
en la cúspide de este mundo absurdo?

Tienen fuerza tus versos, con referencias bíblicas y cosmológicas. La pregunta retórica final es un buen broche.

Saludos, Pascual.

Es un poema atrevido, sin miedos y vencedor.
Me inspira conquista, Memento Mori.

Un saludo.